lunes, 16 de mayo de 2011

Cenizas de Otro Fuego con Laura Cambra: "Callejeros en primera persona representó un enorme aprendizaje para mí"


Laura Cambra llego hasta mi el día que me regalaron el libro “Callejeros en primera persona”, que por más que la banda lo repudie, a mi me sirvió mucho para defenderlos, ya que fundamenta y extrae cosas de la causa. Además: esta la palabra de los músicos y el escenógrafo.
Fue un libro que me lo comí en 6 horas. Fue un libro polémico.
Tengo que admitir que lo único que sabía de Laura era referente a dicho libro, así que hablamos un poco de su profesión y después, inevitablemente, de comañon.
Gracias Laura por acceder
Y por último, no se pierdan la entrevista.


Sobre vos y tu profesión…

*¿En qué ámbito de la literatura te sentís más cómoda?
Como escritora, el género que me resulta más atractivo es el cuento. Tengo varios cuentos premiados que forman parte de un libro inédito. Como lectora, en cambio, no tengo preferencias específicas y me siento cómoda tanto con la narrativa como con la poesía y el ensayo.

*En tu blog decís que trabajaste mucho en campañas políticas. ¿Dónde fue esa experiencia?
He trabajado como consultora en comunicación produciendo contenidos para casi todos los partidos políticos argentinos. Además, fui directora general creativa de dos campañas presidenciales, una en la Argentina y otra en Paraguay.
El trabajo en comunicación política es apasionante pero también produce un enorme desgaste ya que exige una dedicación absoluta. Por esa razón, a pesar de que siempre estoy atenta a lo que pasa en el ámbito político, desde hace varios años me mantengo al margen de la actividad.

*En tu rol de periodista, ¿cómo ves la libertad de expresión en Argentina?
No soy periodista y no pienso como periodista. Hecha esa salvedad, desde mi perspectiva, la libertad de expresión no es un problema en la Argentina.
Sí creo que lo son los intentos de manipulación de la opinión pública tanto por parte de los medios afines al gobierno como por aquellos que son cuestionados por el oficialismo. Esto constituye un problema grave por el grado de polarización y confrontación que se ha alcanzado, y que no deja lugar ni para el disenso parcial ni para el reconocimiento de las coincidencias.
En lo personal, cualquier forma de fundamentalismo me parece un insulto a la inteligencia. Creo que nadie puede hacer todo bien y, del mismo modo, nadie puede hacer todo mal. Reconocer errores y aciertos propios y ajenos es lo que nos permite construir acuerdos y consensos, y sentar las bases de una democracia cada vez más fuerte y más sana.

Sobre Cromañon y el libro…


*¿Cómo nace tu interés de la causa Cromañón?
Por un lado, la tragedia me había provocado una fuerte conmoción porque desde un principio vi cuán desprotegidos estamos como sociedad y de qué manera el típico “a mí no me va a pasar” pone en juego nuestras vidas.
Más adelante, cuando ya había comenzado el proceso de instrucción que derivaría en la elevación a juicio, advertí que cada parte involucrada ocupaba diferentes espacios comunicacionales. Mientras que un segmento de los familiares de damnificados ocupaba el centro de la escena, los integrantes de Callejeros cedían su lugar en los medios escudándose en un silencio que se prestaba a múltiples interpretaciones de todo signo y tenor. A medida que corrían los meses, esa situación iba instalándose y las diferencias entre ambos grupos se profundizaban.
Por intermedio de personas amigas me contacté con quien entonces era la abogada del grupo y ella hizo el enlace para que yo pudiese hablar con los músicos y con el escenógrafo.

* ¿Por qué crees que Callejeros se desligó del libro si de hecho los favorecía?
¡Quién sabe! Luego de terminada la etapa de entrevistas no volví a verlos ni a hablar con ellos. Por eso me es difícil pensar cuáles fueron los motivos de su actitud.
Tal vez tuvieron miedo de que yo, como tantos otros, me sumase a la mayoría que los condenaba a priori (te confieso que esta hubiese sido la postura más sencilla –y más vendedora– para mí) y, aunque de una manera errada, antes incluso de leer el libro, se cubrieron de cualquier cosa que pudiese perjudicarlos.
De todos modos, no avanzaron más allá de una mediación en la cual solicitaban una reparación económica que nunca se les otorgó. 

*¿Te arrepentiste de publicar el libro después del repudio de la banda?
No. No me arrepentí cuando la estaba pasando mal porque me atacaban tanto los fans de Callejeros por “traicionar” a sus “ídolos” como los padres de las víctimas por “defender” a los “asesinos”.
Lloré mucho el día de la sentencia –el libro llevaba casi un año de publicado– cuando me di cuenta de que mis palabras no habían sido erradas y de que lo que yo había dicho que iba a suceder estaba sucediendo.
También sabía que quedaba un largo camino por recorrer en las instancias de apelación.

*¿Cómo te influyó profesionalmente? ¿Te ayudó?
Hubo varios momentos de gran exposición mediática que no fueron demasiado gratos para mí porque yo estaba diciendo cosas que no muchos se atrevían a decir en voz alta por esa época –que podría haberle pasado a cualquier banda de rock, que había una responsabilidad social, que la culpa penal no era lo mismo que la culpa moral, que las bengalas constituían una suerte de ranking de las bandas, que esa forma musical se había agotado con el incendio de Cromañón, etc.– y mi palabra generaba mucha controversia.
Callejeros en primera persona representó un enorme aprendizaje para mí. Profesionalmente fue un desafío porque me permitió estar en contacto con una parte de los protagonistas de la tragedia, acercarme a sus sentimientos y comprender que, sin importar el resultado del proceso judicial, esas personas ya no eran las mismas que habían sido y no podrían volver a serlo. 

*¿Qué reflexión haces con las últimas condenas de la causa?
La Justicia no es justa cuando nos da la razón e injusta cuando no satisface nuestras expectativas. La Justicia tiene que estar al margen de las presunciones, del dolor de las víctimas y sus familiares, y de la opinión de los medios que forma la opinión de la sociedad. La Justicia trabaja con hechos, pruebas y testimonios, y los enmarca en un corpus de leyes para determinar si algo constituye o no delito y cuál es la pena que corresponde para determinada ofensa.
Por más que la Justicia sea dura, no habrá condena que alivie el dolor de los padres y madres que perdieron a sus hijos.
Hace pocos días, alguien encendió un artefacto de pirotecnia en un concierto de La Renga. El resultado fue la agonía y muerte de otro joven. Ese hecho representa algo mucho más terrible que un fallo judicial que no nos conforma: prueba que como individuos y como sociedad no hemos aprendido la lección que nos dejó Cromañón.

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